sábado, 30 de enero de 2010

Teatro y Texto Dramático

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    Si buscamos en un diccionario el significado de la palabra teatro encontraremos lo siguiente:
TEATRO. (Del lat. theātrum, y este del gr. θατρον, de θεσθαι, mirar). m. Edificio o sitio destinado a la representación de obras dramáticas o a otros espectáculos públicos propios de la escena.|| 2. Sitio o lugar en que se realiza una acción ante espectadores o participantes. || 3. Escenario o escena. || 4. Lugar en que ocurren acontecimientos notables y dignos de atención. || 5. Conjunto de todas las producciones dramáticas de un pueblo, de una época o de un autor. || 6. Literatura dramática.|| 7. Arte de componer obras dramáticas, o de representarlas. || 8. Acción fingida y exagerada.|| 9. p. us. Práctica en el arte de representar comedias.

    Dentro de las nueve acepciones que nos da la real academia de la lengua española únicamente la séptima expresa claramente de que se trata este arte, la primera, tercera y cuarta acepción hacen referencia al edificio donde se realizan las presentaciones y al concepto de espacio escénico; la quinta, sexta y séptima hacen referencia a la literatura.

    De estas acepciones que hacen referencia a la literatura viene uno de los más grandes mitos de este arte en el occidente que relaciona tácitamente al “Teatro” como arte escénico y al “Teatro” como texto dramático. Casi toda noción que tiene el común de personas e incluso los propios teatristas sobre el arte de las tablas está íntimamente relacionada con la literatura dramática.

    Esto se debe como escribimos antes a la gran influencian del Naturalismo o Realismo Psicológico en el teatro de estas latitudes y en el Perú concretamente a la influencia del Teatro de la Universidad Católica y la del maestro Alberto Isola.

El Texto no es el Teatro.
Antonin Artaud (1896 - 1948)
    Más o menos por la década de los treinta en Francia se publico un libro que revoluciono el modo de entender el teatro occidental, se llamaba “El Teatro y Su Doble” y el autor respondía al nombre de Antonin Artaud (1896-1948), en este libro que no es otra cosa que un conjunto de manifiestos y ensayos escritos por este polémico personaje sobre un nuevo tipo de teatro que él denomino “Teatro de la Crueldad”, en estos se anunciaba de una vez y para siempre la separación del teatro de la literatura, el primero no volvería ser esclavizado por el segundo (estos pensamientos llegaron a influenciar incluso al cine de Godard y Compañía).

    Fue esta la visión que influenció a los grandes maestros de la segunda mitad del siglo XX y que convirtió a este arte escénico en lo que es ahora. La influencia de Artaud fue la que con el tiempo predomino en el teatro occidental y tuvo su apogeo en los ochenta, es así que El Teatro Laboratorio de Grotowski comenzó a cambiar el sentido a los textos que trabajaba (Apocalypsis Cum Figuris, El Príncipe Constante) y con el tiempo dejo de usarlos por completo, del mismo modo el Odín de Eugenio Barba (el Grupo de teatro más longevo del mundo) nunca puso en escena textos previamente escritos (adaptaban, juntaban y creaban sus textos).
 
    No es hasta la aparición de Bertolt Brecht que nacen los “Dramaturgos” que dejan de ser literatos y son escritores cuyas piezas teatrales están escritas exclusivamente para su representación y están al servicio de las visiones de los actores y el director (recordemos de que Brecht era director de su compañía de teatro el Berliner Ensemble).

    Pero en otros lugares del mundo donde el teatro es una manifestación de otro tipo nunca estuvo ligado a la existencia de un texto dramático, sino como hemos dicho en artículos anteriores cumplen funciones rituales en las que el lenguaje verbal pasa a un segundo plano.

    Si bien las manifestaciones teatrales de oriente como el Teatro No y Kabuki de Japón, El Kathakali de la India y la Opera de Pekín de China usan textos dramáticos estos no son literatura, sino textos de corte más sagrado (Textos de Budismo Zen en el caso del No y Védicos en el caso de Kathakali) y no son el corazón de la propia practica del arte de las tablas.

El Texto en Escena.

    En la actualidad tristemente tenemos que decir que a pesar de que nuestro contexto cultural y las revoluciones creadas por Artaud y Grotowski, el teatro cusqueño en su mayoría depende del texto dramático, excepto por el trabajo constante e incansable de Oswaldo Povea.

    El hecho de que la mayoría de grupos teatrales utilicemos textos dramáticos no es del todo negativo, lo que sí lo es negativo es el modo de abordar estos.

    Si en el tiempo en el que vivimos teatralmente hacemos puestas en escena que coincidan con la lógica de los propios dramaturgos continuamos haciendo aquello de lo que Artaud renegaba hace más de setenta años, continuamos sirviendo a los intereses de la literatura en lugar de velar por el desarrollo del propio arte teatral.

    En el proceso de una puesta en escena es muy importante el proceso de “Mediación” que realiza el director con respecto al texto que se llevara a la escena, a esto se le podría denominar una “Primera Mediación”, después vendría una mediación que realizan los actores que vendría a ser una “Segunda Mediación” que vinculada a la del director crean el espectáculo teatral que llega al encuentro con el público que también realiza un proceso de mediación al momento de interpretar la obra que presencia, esto constituiría una “Tercera Mediación”. (Este es el Tema de mi Tesis de Grado que vengo preparando, por eso Todos los derechos reservados).

    Entendiendo a la “Mediación” como la acción de mediar, de servir de medio entre una información y sus receptores, este proceso por supuesto conlleva una modificación de la información de acuerdo a la lógica, los intereses y creencias del mediador, esto quiere decir que se omiten o resaltan cosas, que se modifican estructuras, y contextos, etc.

    En estos procesos los modos de comprender el texto dramático se interponen, interpolan, yuxtaponen, anteponen y demás, de este modo se llega a una creación original y seductora a los ojos del espectador; a esto Eugenio Barba lo denomina “Lógicas Gemelas”.

    De no realizar estos procesos de interpretación si lo queremos decir en cristiano, la creación teatral no existe como tal es una simple copia de las intenciones del literato.

    Esto también está relacionado a la necesidad de la investigación en el teatro que destierra de la creación teatral a la literatura y también a la necesidad de búsquedas estéticas de personales o de grupo que estén distantes de la mediocridad del realismo en la escena.

    Es muy importante en mi humilde opinión estar en constante cambio e investigación, es el único modo de mantener al teatro vivo y vigente, el único modo de mantener el interés de la gente en nuestro trabajo, si no presentamos cosas originales el publico dejara de venir y seremos fósiles en vida.

lunes, 4 de enero de 2010

Aprender a Enseñar


La primera vez que tuve la oportunidad de participar en un taller de teatro tenía ocho años de edad y la verdad nunca tuve la mínima intención de ser parte de uno, lo realice en la Alianza Francesa en uno de los ciclos vacacionales en un año en que mi familia no pudo viajar.

Fue una de las mejores experiencias de mi vida y el comienzo de lo que es ahora gran parte de ella, ahora a mis 26 años me di cuenta que la razón por la cual el teatro marco mi vida tuvo que ver muchísimo con las personas que me fueron guiando por el camino a través de este arte.

Ahora llevo seis años dedicado a realizar talleres de teatro de diferente tipo y con diferente finalidad, muy aparte de mi labor como director y actor de teatro estoy buscando las mejores maneras de realizar talleres para conseguir que el encuentro de la nueva gente con el teatro sea placentero e integral, la mayoría de la experiencia que tengo realizando talleres fue con adolecentes, por esa razón haré hincapié en esta área.

Los Talleres.
Cuando un adolecente decide ser parte de un taller de teatro realiza la mitad del trabajo del profesor, este hecho aparentemente banal significa la disposición del alumno a aprender y eso en mi opinión es el gran problema de los procesos educativo que he podido observar, el alumno no quiere aprender, no porque no le interese sino porque no es su decisión, es una obligación.

La mayoría de Adolecentes que van a un taller lo hacen por una necesidad de autodescubrimiento, por esa razón se comienza por juegos de esa naturaleza que le permitan ampliar sus percepciones y que estas les permitan re-conocerse, conocer al compañero para finalmente conocer al mundo de mudo diferente, todo esto en un ámbito divertido y lúdico que permita al adolecente reafirmar que tomo la decisión correcta al inscribirse en un taller de teatro.

En este caso se buscara una introducción del alumno al teatro porque tenemos que tener muy en cuenta que los alumnos no se quieren dedicar al teatro de modo “Profesional”, no lo ven como una carrera, la visión que ellos tienen esta mas vinculada con la del hobbie.

También tenemos que tener en cuenta que la propia enseñanza de la “Técnica Actoral” esta en un segundo plano debido a que al ser una propia exploración del alumno puede que lo que más este buscando sea pasar un buen rato, conocer nueva gente y en última instancia aprender algo de la técnica del propio teatro.

Desafortunadamente un padre de familia al invertir algo de dinero en un taller de teatro para su hijo espera verlo actuar en el escenario, son muy pocos los que toman conciencia de los cambios actitudinales que genera esta experiencia en su hijo y que son la verdadera finalidad de estos talleres, esto al mismo tiempo genera en el profesor el problema del montaje de una obra teatral para el cierre del taller.

El problema radica en que la mayoría de docentes concebimos este proceso de montaje como algo diferente al proceso lúdico y divertido del taller, lo vemos como la parte seria cuando en realidad debe ser la consecuencia del proceso de taller y el alumno no debe notar el cambio en la metodología, el propio montaje debe ser parte del proceso lúdico.

Teatro en el Colegio.
En nuestra ciudad son pocos los colegios que toman en cuenta el teatro en su diseño curricular y son aun menos los colegios que entienden la diferencia entre la pedagogía tradicional y la pedagogía del arte, este es el principio de un problema que conlleva a serios des encuentros entre el arte y el alumno.

Si bien no tengo formación en pedagogía he tenido la oportunidad de estudiar por mi cuenta algo de esta disciplina y de la psicología del desarrollo por esta razón me atrevo a decir que la razón de este problema esta vinculada con la falta de una metodología efectiva para la enseñanza a adolecentes, el propio nombre lo dice, “Pedagogía” cuyo prefijo significa niño. El adolecente está en la encrucijada en la cual quiere tomar las decisiones de un adulto pero sin asumir las consecuencias, esto sumado a los cambios hormonales que traen como corolario la famosa rebeldía y aparente falta de respeto de los adolecentes.

Su propia condición de adolecentes conlleva a que los alumnos no les guste que les digan qué hacer, por ende si ser parte de un taller de teatro no es su decisión el profesor esta ante un gran problema, porque el alumno al no querer ser parte de este no querrán hacer nada, ya que es un constante reto a su propia personalidad y capacidad de decisión, por esta razón creo que estos talleres bajo ninguna circunstancia deben ser de carácter obligatorio, deberían ser electivos como es el caso de los talleres de Puckllasunchis que han demostrado su efectividad en la formación de los alumnos.

Al ser electivos los talleres el adolecente participa activamente porque fue su propia decisión, de este modo se ha retado la formación de su personalidad y por ende no existe rebeldía, o por lo menos no existe rebeldía generada por el propio proceso educativo.

Es muy importante hacer comprender a los centros educativos que la belleza de los talleres de teatro no está en ver a los alumnos actuando en un escenario sino en lograr cambios de vida en ellos que conlleva la formación integral, también es importante hacerles saber que es muy difícil para un adolecente pararse en un escenario porque al hacerlo arriesgan todo lo que es importante para ellos en su vida social como su prestigio y su popularidad con el sexo opuesto, ambas cosas por las que trabajan mucho.

Algunas Reflexiones.
Han sido muchas veces las que he escuchado a profesores decir que los adolecentes no saben lo que quieren y que al darles libertad no sabrían que hacer que ella, tema hasta el hartazgo tocado por Fromm y no necesariamente relacionado exclusivamente a adolecentes.

Al darle la oportunidad al alumno de elegir no se les permite salirse con la suya sino se les da la oportunidad de decidir sobre su propio futuro aunque sea a pequeña escala y la labor del educador consiste en dar las alternativas sobre las cuales el adolecente puede decidir, de este modo también se controla la probabilidad de errores que los alumnos puedan cometer y el profesor orienta su futuro, no lo decide.

También he escuchado a muchos profesores decir que sus alumnos son de lo peor que son imbéciles, tontos, tarados, idiotas y demás adjetivos que no vale la pena nombrar, esto me hace entender porque nuestra educación, inclusive privada, no funciona.

Los profesores por propia decisión optan por pensar lo peor de sus alumnos, y los alumnos por propia decisión optan por pensar lo peor de sus profesores, por eso no hay aprendizaje, porque no hay confianza. Hace poco estuve en un taller de pedagogía teatral y nos hablaron de una “Didáctica de la Confianza” el alumno no puede aprender si no confía en que su profesor es capaces de enseñarle bien y guiarlo de modo adecuado, el profesor no puede enseñar si no confía en que sus alumnos son capaces de aprender y hacerlo con ganas y voluntad.

Para mí es muy importante entender a cada alumno y sus necesidades, ese creo que es el secreto a un éxito pedagógico en arte y en especial en teatro, si los profesores de teatro somos capaces de entender las necesidades de cada alumno en cuanto a conocimientos y trato personal el éxito es inevitable, por eso es muy importante la confianza, confianza que no debe terminar en amistad sino en un trato amigable que permita que el proceso de aprendizaje sea agradable y efectivo.