¿Cómo forma a un actor? Las respuestas a esta pregunta han sido, son y serán controversiales en el sentido que han dado origen a las más grandes discusiones sobre el arte escénico y en su diversidad de contestaciones han dado origen a las técnicas y estéticas que se transformaron en vanguardias y con los años en tradiciones.
No intentaremos dar respuesta a la pregunta, pero si reflexionar sobre algunos procesos, de transferencia de técnica y como se suscitan en la ciudad teniendo en cuenta las condiciones Sui Generis de las artes escénicas en el Cusco.
Iniciación o Comienzo:
Como hemos manifestado por este medio reiteradas veces no creemos en los cuentos que nos hablan del origen helénico del teatro, sin duda alguna el teatro tiene orígenes múltiples según cada universo cultural con el factor común ritual que conecta a todas las tradiciones.
En ese sentido creemos que la formación de un actor o artista escénico debe tener un sentido “Iniciático", esto por un motivo muy sencillo, no creemos que el teatro sea refugio para actos de exhibicionismo.
Siendo más claros, la paupérrima condición actual de la escena cusqueña necesita de teatristas, no de exhibicionistas, claramente nuestra realidad teatral está plagada de performances y presentaciones diseñadas únicamente para que los magníficos actores y actrices “Exhiban” su talento, no para comunicar algo, mucho menos para transformarlo (y no necesariamente en el sentido político).
Al ser el proceso de formación “Iniciático” las vanidades personales serán filtradas al darse cuenta el iniciado de la relevancia del arte escénico en su vida y en su sociedad, de este modo también lograremos que las personas que pisen el escenario estén convencidas que están en el lugar correcto haciendo lo correcto, con devoción, no con vanidad.
La Transferencia:
Queremos hacer una clara relación con oriente, donde la formación de actores es “Cultural y Transgeneracional”. No cualquiera es actor, puede ser que nazcan en una familia de actores o estos son elegidos por su comunidad para cumplir ese rol en su sociedad.
En el primer caso los futuros actores desde infantes pasan por un proceso de transferencia de experiencias que es realizado por sus padres y/o abuelos, que se enseñan a ejecutar la partitura de un solo personaje, el cual perfeccionaran por el resto de su vida hasta llegar a la maestría, este ejemplo proveniente del teatro Nō y el Kabuki.
En el segundo caso los futuros actores pasan por un proceso de selección desde muy niños y el proceso de transferencia se realiza en convivencia, los elegidos se mudan a casa del maestro y aprenden de él no solo la técnica sino la actitud hacia el arte, hacia la vida, este ejemplo proviene del Kathakali y la danza Odissi.
Lejos pues estamos de llegar a procesos de trasferencia (Formación) que conduzcan a la maestría como los arriba citados, y es que también carecemos de maestros con una real voluntad de transferir su experiencia y amor por el teatro. Es inevitable que los aspirantes a actores vean el arte escénico como sus formadores, su coherencia, su estética, etc.
“El Maestro”:
En ese sentido es muy importante concentrarnos en la figura del “Maestro”, es clara la distancia que nos separa de grandes ejemplos como los de Zeami, Stanislavski, Artaud, Grotowski, Chaikin, Barba, Kantor, Bausch Brecht, Brook, etc. Pero tampoco se trata de imitar procesos que los antes citados realizaron en su tiempo y su universo cultural, se trata de investigar... pero eso es pedir mucho, comencemos pues por pedir, experiencia.
Por la necesidad de trabajar muchos de los actuales formadores en teatro u otras artes escénicas, llagan a ejercer tal oficio luego de tan solo recibir un par de talleres en la especialidad y hacer una sola temporada, esto pues nos ha llenado de profesores de teatro que todavía no comprenden bien los secretos de las tablas, ni digamos dominarlos y mucho menos transgredirlos.
¿Qué experiencia? ¿Qué maestría están transmitiendo estas personas a sus estudiantes? Pues es fácil adivinar la respuesta, la técnica que se enseña no está bien transmitida, los fundamentos no están claros, y muchas cosas más quedan en el aire o dejadas al aire. No se trata tampoco de tener una obsesión por adquirir y enseñar técnica, lo que es preocupante es la ausencia de auténticas vocaciones, fruto de modas más que de un proceso de transferencia de experiencias.
Por otro lado es necesario comprender que no todos los que nos dedicamos a las tablas estamos en condiciones de encabezar los procesos de transferencia, hay que tener un don especial para poder hacerlo, es importante entender que no dejas de ser buen actor o director por no dedicarte a la pedagogía, hay que tenerla humildad necesaria para saber si se tiene ese don o no.
Si bien es cada vez más difícil dedicarse a las artes escénicas en nuestra ciudad y por ese motivo debemos ser más exigentes con nosotros mismos, como en algún momento dijo Barba: “Solo la calidad salvara al teatro” y sin adecuada formación la citada calidad no es más que una utopía.