lunes, 13 de enero de 2020

El oficio del Director

La Clase Muerta (1982)

Desde que decidí dedicarme de lleno al teatro siempre quise imitar a los grandes maestros, en su momento intente crear nuevos sistemas de actuación como Stanislavki, después quise llegar a ser el actor santo del que hablaba Grotowski, pero en el trayecto fui encontrando varios factores que terminaron definiendo mi verdadera vocación, me gustaba estudiar el teatro, me gustaba dirigir los calentamientos de mi grupo, me gustaba pensar en cómo se podría hacer una obra de mejor manera, entonces me di cuenta… en realidad quería ser director…

Con este descubrimiento llego un problema fundamental, ¿dónde podía estudiar para convertirme en un director de teatro?, como bien sabemos en Cusco no existe una escuela de teatro y en ese momento (1999) eran muy pocos los talleres de teatro (por no decir que no existían), por lo que no tenia alternativa para formarme como director.

No quedo más alternativa que volverme un autodidacta empírico, use todos los medios que podía, fotocopiaba todo libro de teatro que llegaba a mis manos, los estudiaba, escribía todas mis ideas, las llevaba a la práctica cada que tenia oportunidad (conmigo mismo y después con mis compañeros de grupo), siempre bajo la tutela de mis maestros que me enseñaban y guiaban en los menesteres del oficio pero que también me calmaban cada vez que quería apresurar mi transito de actor a director, así después de casi seis años de preparación por fin tuve la oportunidad de dirigir mi primera obra de teatro.

Era ya el 2005 y tras el termino de mi primera temporada como director vinieron otras preguntas fundamentales… ¿Ya soy director de teatro? ¿Puedo decir que estoy formado como director de teatro? A la primera pregunta todavía no le puedo encontrar respuesta, pero la segunda respuesta es la que quiero compartir con ustedes, después de esta larga introducción autobiográfica, estimados lectores y la respuesta viene con varias otras preguntas.

¿Se puede formar a un director?
Tanto el maestro Peter Brook (1969) como el maestro Tadeusz Kantor (1975) señalan de manera categoría que la respuesta es un rotundo NO, pero cuál es el fundamento que tiene para señalar de manera tan clara esta negativa.
Ambos coinciden en que la dirección teatral es una labor muy personal, como la creación en sí misma, por lo que no se puede ensañar a dirigir, cada director tiene un proceso diferente, algunos llegan a resultados brillantes con rapidez, otros necesitan procesos más largos, algunos son extremadamente teóricos y otros se dejan llevar por la experiencia personal, y estos procesos son demasiado disímiles para poder encajarse en una técnica y mucho menos poder transmitirá otra persona.

Entonces ¿Cómo se formaron los grandes directores?
Tadeusz Kantor (1915 - 1990)
Pues haciendo un recorrido por los grandes maestros de este arte podemos afirmar que con un conglomerado de experiencias, imitación de los grandes maestros, estudio de las teorías del teatro y disciplinas afines (desde la filosofía, pasando por la antropología y la lingüista hasta incluso algo de física teórica), pero sobre todo mucho estudio.

El nivel de importancia que cada director le da a cada aspecto de su formación varía de manera muy radical según cada persona, al punto que hay directores que nunca antes practicaron teatro y terminaron siendo grandes maestros de este oficio, es el caso del genial director polaco Tadeusz Kantor.

Por supuesto también existen aquellos con formación académica en teatro como el mismísimo Jerzy Grotowski (estudio en la escuela Ludwik Solski de Cracovia), pero si se lee sus escritos, muy poco (por no decir nada) de lo que aprendió fue fundamental en su exitosísima carrera, Grotowski un referente del teatro del siglo XX y se encargo de transformar todo lo que se conocía como buen teatro en algo diferente, la formación “profesional” solo sirvió de plataforma para sus búsquedas personales y grupales.

¿Todos se pueden convertir en directores?
Pues SI, dependiendo de las vocaciones y convicciones que cada uno tenga, porque, seamos francos… ¿Quien prefiere estar tras bambalinas?… es mucho mejor estar en las tablas, al pie del cañón… es por eso que son muchos más los actores y menos los directores, se podría decir que somos un raza en vías de extinción en el Cusco (a juzgar por varias producciones locales que prefieren carecer de la figura del director).

Pero quiero dejar bien en claro que a pesar de que cualquiera pueda ser director no todos llegan a serlo ¿cómo?... Pues he visto a lo largo de varios años a compañeros de tablas que desean hacer el transito del mundo de la actuación al de la dirección y erróneamente piensan que es un paso casi natural para dar, pero luego tristemente se dan cuenta que el oficio del director tiene secretos que no les fueron revelados (por no decir que no los descubrieron o estudiaron), por otro lado existen aquellos que logran hacer la transición con moderado éxito, por eso encuentran un lugar cómodo en el que pueden, de manera funcional, dirigir y se estancan creativamente en una única manera de llevar a la escena un obra, encuentran una receta para el éxito…

Pero… ¿Qué se enseña en los talleres de dirección?
Es pregunta es muy difícil de responder, yo en persona he tomado muy pocos talleres de este tipo, pero lo que si me atrevería a decir es lo que no deben enseñar en un taller de dirección.


  • Un taller de dirección no debe enseñar recetas sobre cómo se puede diseñar una puesta en escena.
  • Tampoco debería enseñar técnicas o principios de dirección, estos no existen.
  • Mucho menos educarte en una determinada estética.


Particularmente cuando se me ha pedido dar talleres de dirección he tratado de no darlos y si no me podía negar, he preferido direccionar los talleres a temas más generales como dramaturgia escénica o dramaturgia del actor.

Entonces que se debe enseñar en un taller de dirección, pues a grandes rasgos y desde mi limitada perspectiva, solo se puede enseñar a explorar el fenómeno teatral desde varias perspectivas, además de enseñar la historia del teatro, acompañados de una gran dosis de estudios de hermenéutica.

¿De quién se puede aprender dirección?
Para mí, siempre desde mi limitada experiencia, de los directores con los que has trabajado, estudiando sus métodos, los principios de donde parte para crear, pero sobre todo de lo que consideras sus grandes errores. En mi caso particular aprendí casi todo sobre dirección teatral de mis maestros, después de ello fui indagando por mi cuenta y en base a lo que investigaba (tanto de manera de teórica como práctica) pude encontrar mi propio estilo (o sea aquello que me gusta hacer como director).

Por otro lado se puede aprender de los grandes maestros, claro que es difícil que esto se pueda hacer en persona, así que solo nos queda aprender de sus libros y sus videos, sobre esto quiero dejar algo muy en claro, NO SE PUEDE APRENDER A DIRIGIR SOLO DE LOS LIBROS, es indispensable aprender de un maestro, y eso nos lleva a la siguiente pregunta…

¿Quién puede enseñar dirección?
Pues es una respuesta dolorosa de responder porque con seguridad va a causar incomodidad en varios de los lectores.

En mi opinión son muy pocos lo que pueden enseñar a dirigir, porque, ante todo, lo primero que deben transmitir a sus pupilos es la ética propia del trabajo teatral, aquellas normas de convivencia no escritas que hacen posible mantener la tradición del oficio. Ese respeto al oficio, al trabajo y los compañeros que permiten al teatro sostenerse en el tiempo cumpliendo su rol social. Y todo lo antes señalado no se ensaña en una sesión de clase, se enseña con el ejemplo y en la convivencia.

Pueden ensañar dirección aquellos que tengan una carrera en el oficio, encuentro muy difícil que un director pueda enseñar a dirigir solo contando con una o dos obras dirigidas, otro filtro debería ser el tiempo de experiencia que tienen el maestro, como señale antes, este oficio es por naturaleza muy personal y requiere de mucho tiempo de experiencia, una persona que tenga pocos años de ejercicio profesión difícilmente comprende realmente los menesteres de la dirección teatral.

Para mí, los grandes maestros del oficio de la dirección nunca tuvieron la intención de enseñar a dirigir a sus pupilos, incluso cuando tuve la oportunidad de trabajar con Mario Biagini (del Workcentrer of Jerzy Grotowski and Thomas Richards), el nos señalaba que la intención de Grotowski con ellos no era enseñarles a dirigir, sino transmitirles los secretos del oficio que tanto tiempo le tomo encontrar, enseñarles a buscar la manera de abrir las puertas que están cerradas con mil candados.

Esto nos lleva a una problemática pregunta final

¿Quién puede dirigir?
Esta pregunta es aun más difícil de responder que la anterior, por eso es importante que deje en claro que lo vertido en estas líneas no es más que una opinión persona.

En mi opinión puede dirigir el que esté preparado para hacerlo, parece ser una respuesta obvia, pero quiero ser claro en señalar que estar preparado es una condición muy difícil de conseguir.

Primero porque una de las principales cualidades de un director es inevitablemente el liderazgo, y obtenerlo a veces es labor de muchas décadas, el director debe ser (en el ideal de las situaciones) inspirador y con una gran capacidad de convencimiento, el gran ejemplo de esta cualidad la podemos encontrar en Eugenio Barba.

Segundo porque un director debe ser coherente, incluso en sus incoherencias, como lo señalamos antes debe guiar con el ejemplo y para ello debe buscar la coherencia entre lo que predica y hace, entre lo que plantea que será su trabajo y el resultado que llega a tener.

Tercero porque un director debe ser muy empático y asertivo, a veces debe ser el padre de sus actores, a veces el psicólogo, por lo que debe encontrar la mejor manera de comunicar sus ideas según las situación y la persona.

Cuarto porque debe ser un prestidigitador, debe saber crear ilusiones, para crear nuevos mundos, vidas ficticias, evadir la realidad como nadie más lo puede hacer, encontrar las técnicas y métodos para lograr que su ilusión (obra en desarrollo) se pueda concretar de la mejor manera posible.

Quinto porque de ser un alquimista, que mezcla brebajes en busca de la piedra filosofal, busca entre las “acciones” (o “estados” según el teatro posdramático) las historias que quiere contar, mezclara los talentos de sus actores y crear una magia diferente, para ello debe tener una mirada disímil de las cosas, ver más allá de lo evidente, ver vida en medio del bosque quemado.

Finalmente debe ser una comadrona (como decía Grotowski) que conduce a la parturienta al alumbramiento de un nuevo mundo, para ello articula los esfuerzos de todo los creadores que participan en la obra, pero con una diferencia, es el que sufre los dolores del parto, dolores paralizantes que dejan huella en el espíritu…

Por lo antes señalado se darán cuenta, estimados lectores, que para ser de teatro no bastan las ganas o los estudios, hace falta una voluntad especial, una sensibilidad diferente, cosas que se adquieren en mucho tiempo y con mucho esfuerzo.

Incluso hay maestros que nunca en su vida actuaron, pero que se convirtieron en directores excelsos, hay maestros que nunca estudiaron teatro como el caso Kantor que señalamos antes, pero que se prepararon viviendo en los alrededores de los teatros, Kantor, por ejemplo, era escenógrafo, nunca estudio teatro, pero aprendió los secretos del arte desde afuera y con mucho esfuerzo.
Ser director es una profesión difícil, yo en lo personal me atrevo a llamarme así después de más diez años dedicándome a este oficio, pero si les quiero decir que tantos años de preparación y sacrificio, valen la pena más que nada en la vida…