Recientemente me preguntaron ¿cómo se reconoce el buen teatro, que es una buena actuación, una buena dirección? Me ponía a pensar en la mejor respuesta… Solo atine a decir… “Depende”, y bueno… ¿de qué depende?… Pues es una respuesta muy difícil de contestar debido a que constantemente estoy en debate con mis compañeros del arte de las tablas al respecto. Para mi depende del estilo de teatro, en un primer término y del gusto del espectador en un segundo. Abordemos ambas perspectivas:
Estilo:
Como he abordado con suficiencia por este medio, la primera gran influencia que tenemos proviene del mal llamado realismo psicológico especialmente en su versión rusa encabezada por Constantin Stanislavski que fue efectivamente difundido entre nosotros por “Volar Distinto” y ahora por “Libélula de Jade”, según esta vertiente del teatro la principal cualidad que debe tener una buena obra está en su capacidad de reproducir la realidad en el escenario, lo que con el tiempo devino en la simple búsqueda de una actuación “Vivida” que no necesariamente es una buena actuación, vivir el personaje no es siempre una garantía de actuar bien, dependerá de la puesta en escena del director y por supuesto del texto seleccionado, les recuerdo que me distancie de esta corriente del teatro por quedarse corta al momento de transmitir al espectador experiencias profundas y espirituales (sin alusiones ocultistas por supuesto).
Por otra parte también como mencione en otra oportunidad tendemos a pensar que si el teatro no es de texto (que por desgracia se cree es propiedad exclusiva del naturalismo) es de cuerpo y para este estilo el buen teatro pasa por la efectiva simbolización de elementos conceptuales y la precisión en la ejecución de las partituras de movimiento, el problema es que conseguir que un concepto se convierta en símbolo y este pueda ser entendido a cabalidad por un gran número de espectadores, este detalle es en el Cusco una tarea pendiente, puede que un sector del público se sienta movido por este tipo de teatro pero al volverse demasiado exquisito en su lenguaje no mucha gente lo disfruta o peor lo entiende.
Espectadores:
Intentar clasificar a los espectadores resultaría un tanto arrogante, por lo que no incurriré en ese error, pero sin embargo abordaremos el tema en función a las cualidades del espectador promedio de teatro cusqueño. Pensemos un poco en el tipo de consumo mediático que realizan, para eso no hay que hacer un gran esfuerzo, solo basta fijarse en los reportes de IBOPE TIME, el referente vendrían a ser las novelas y series televisivas, reconocidas estas entre los que saben por su bajo nivel en técnica de actuación y guion, por ende podemos asegurar que desde la perspectiva técnica actoral al público cusqueño le es muy complicado distinguir entre una buena o mala actuación o que relaciona las variables de buen teatro con buena actuación.
Desde la perspectiva de la percepción, al ser la televisión el medio más consumido, tenderemos a pensar en la supremacía de la imagen sobre la del contenido y debido a que a nivel técnico nunca podremos superar a la TV es muy complicado pensar en superar la capacidad de atracción que puede llegar a tener la TV. De ahí la necesidad que tenemos de no solo llevar buena actuación al escenario sino también tener en cuenta la estética de nuestras puestas en escena, podríamos decir entonces y siendo un poco extremos que si nuestras presentaciones teatrales no tiene el contenido estético además de la buena actuación no estaríamos en el rango positivo ante la consideración de nuestro querido público.
Fundamentalismo y Estilo de Teatro:
A qué viene tanta parafernalia de mi parte… una vez más a un intento de comenzar a abrir nuestras mentes en lo que respecta a las perspectivas de un teatro cusqueño del siglo XXI, ya ni siquiera a la búsqueda de un teatro auténticamente cusqueños sino en pos de desaparecer los esquemas teatrales que mal heredamos de los que vinieron antes que nosotros, de los que aprendimos y que por desagracia no tenían la cantidad de información a la cual nosotros tenemos acceso.
Y voy al grano, percibo en el teatro que veo y por supuesto en la crítica que solemos compartir al final de cada obra los compañeros de tablas, que en nuestra búsqueda de estilos propios y habilidades técnicas hemos mal entendido muchas cosas, Los amantes del Naturalismo a ultranza siguen pensando que la actuación lo es todo, pero es importante recordar que en los años 30 en los que Stanislavski creo su sistema no había televisión y el público no tenía a este monstruo de competencia, porque no podemos negarlo de un modo absolutamente indirecto la TV es nuestra competencia, no podemos dividir el teatro en imagen y actuación o texto y cuerpo, un teatro sin una buena dirección artística que cree poesía en escena no puede ser considerado trascendente, por ende no es de buena calidad, ya no estamos en los años 30 y no estamos en la Rusia de Stanislavski.
En el otro lado estamos los que no tenemos bandera estética, pero algunos llegaron al extremo de no tener ninguna bandera, con esto me refiero a que existe, en el caso más extremo, una carencia total de formación técnica teatral que con los años en lugar de ir disminuyendo se incrementa directamente proporcionalmente con el ego de los que mal practican nuestro arte.
También tenemos el caso de los que tienen una buena formación técnica incluso los que trabajaron con maestros en Lima, pero percibo una aura de excesiva suficiencia, en mi opinión es importantísimo saber de dónde vienen las técnicas que con tanta gracia practico en el escenario porque de lo contrario estoy mostrando una bella cascara sin contenido adentro, mi obra puede ser muy conceptual pero el modo como la técnica lleva el concepto al escenario tiene también una historia que no podemos llevarnos por delante solo por vanidad.
Entonces cuando me preguntan ¿Qué es un buen teatro en Cusco? Es cada vez más difícil responder, especialmente a un compañero de oficio, nos criticamos mucho (y debo decir que yo soy de los que más crítica), y está bien si la crítica es sana, pero no podemos descalificar por completo el trabajo del otro solo porque no comulgo con sus principios, tampoco puedo créeme mejor que los demás si mi trabajo luce bien pero no he realizado el trabajo de utilizar las técnicas y conocimientos con asertividad… es cierto el teatro al final para nosotros es un medio de expresión, pero si no pienso en el espectador de una u otra forma dejo de hacer teatro.
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